Bitso, la llave latinoamericana al volátil mundo de las criptomonedas

“Esto es un fraude, están locos”, decían familiares e inversionistas a los jóvenes emprendedores detrás de Bitso, la plataforma mexicana de compra y venta de criptomonedas fundada en 2014. Una moneda que no se puede lanzar al aire, que no tintinea en el bolsillo: ¿qué futuro puede tener? Siete años después, la empresa acaba de levantar 250 millones de dólares en inversión y de ser valuada en 2.200 millones, la segunda startup mexicana en superar la barrera milmillonaria. Ahora prepara el salto a Brasil y busca diversificar su oferta ante la volatilidad de un sector que sigue creciendo, pero que no se libra de los augurios de inminente colapso.

Sin un banco central que regule los movimientos, el valor de las criptomonedas está a merced del mercado. Bitso, como plataforma de intercambio, es una llave de acceso, una de las más importantes en Latinoamérica. El interesado abre una cuenta, deposita un monto de 100 pesos para arriba, unos cinco dólares, y a partir de allí puede comprar y vender fracciones más o menos cuantiosas de nueve monedas distintas e intercambiar el famoso bitcoin por otras menos conocidas. También puede consultar las fluctuaciones de un mercado que se ha disparado en los últimos meses: sube el ethereum y se coloca en 83.191 pesos; bajan el litecoin a 7.480 y el bitcoin, a 1,1 millones. El vértigo de las criptomonedas.

A Bitso le costó seis años llegar a la usuaria un millón y menos de 10 meses en conseguir el segundo, meta lograda hace apenas unas semanas. El número y volumen de las transacciones ha seguido la misma senda. De registrar 1,5 millones de operaciones por un valor de 1.400 millones de dólares en el primer trimestre de 2020, en los primeros meses de este año se han alcanzado 7,9 millones de intercambios por un total de 4.814 millones de dólares. Bitso, que no difunde datos de facturación, obtiene sus ganancias de aplicar una tasa de hasta el 0,6% sobre las transacciones.

“En este mundo ya no se sabe ni qué día es”, dice Daniel Vogel, economista e ingeniero de sistemas de 35 años y director general de la empresa. Un frenesí que poco tiene que ver con los inicios. Cuando Vogel leyó por primera vez sobre el bitcoin mientras estudiaba en Estados Unidos, pensó que el invento no tenía sentido. Y en México, donde apenas el 47% de la población tiene cuenta bancaria, todavía menos. “Cuando íbamos a hacer presentaciones, los reguladores bancarios, de competencia, no habían oído hablar de la moneda digital. Fue todo un reto crear conciencia”, reconoce.

El reciente boom del bitcoin ha ayudado a despejar ciertas dudas. Su valor se disparó a mediados de abril a 63.000 dólares la unidad, ocho veces más que en el mismo mes de 2020. Un día después del récord, Coinbase, la mayor plataforma de intercambio de Estados Unidos, debutó en el Nasdaq de Nueva York y su valor bursátil llegó a superar los 100.000 millones de dólares. El inversionista Diego Serebrisky, cofundador del fondo Dalus Capital, cree que estos hechos han contribuido al interés en Bitso, a la que considera un “Coinbase para Latinoamérica”. “La criptomoneda se ha empezado a ver como un activo más como el oro y la plata y viene atado de un apetito de los inversionistas más institucionales”, señala.

La volatilidad, sin embargo, sigue allí. Desde el récord de abril, el valor del bitcoin ha caído alrededor de un 11% hasta mediados de mayo, aunque se mantiene en niveles altos, y las acciones de Coinbase también han bajado respecto a sus inicios. Una dinámica que ilustra los vasos comunicantes entre criptomonedas y plataformas de compra-venta. Vogel se muestra confiado. “La volatilidad en el modelo del intercambio nos ayuda porque crea volumen, y ese volumen crea ingresos”, asegura. “Cualquier tecnología nueva tiene sus altos y bajos, como fue al inicio con internet. Cada vez que hay una burbuja y estalla, el ecosistema regresa más fuerte”.

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