Cuando el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, anunció en un tuit de febrero que había comprado US$1.500 millones en bitcoin y que planeaba aceptarlo como forma de pago, se disparó el precio de la criptomoneda.
Y cuando este miércoles el mismo Musk dijo en un tuit que no aceptará bitcoins a quienes quieran comprar sus autos, su precio llegó a desplomarse hasta 15%.
Si un solo tuit puede hacer subir o caer su precio repentinamente, sin duda se trata de un activo volátil que sus detractores comparan con un gran esquema ponzi y consideran una burbuja a punto de estallar.
Pero el bitcoin históricamente no ha hecho sino escalar, según sus defensores, en ciclos de cuatro años. El último de estos ciclos tuvo su punto álgido en diciembre de 2017, cuando alcanzó los US$19.600. Un año después tocó fondo en US$3.000.
Este 2021, se cumple el cuarto año del siguiente ciclo y eso explica, según sus seguidores, la espectacular subida que, no sin fuertes sobresaltos, lo ha convertido en la inversión más rentable: llegó a US$64.800 en abril.
Y pese a que el tuit de Musk le dio un fuerte empujón hacia abajo, sus defensores apuestan a que este mismo año va a pasar de US$100.000, los más optimistas hablan de US$250.000 o más.
Además, no son pocos los que hablan de que el de este año, a diferencia de los anteriores, será un “superciclo” que no traerá un desplome tan grande como los anteriores. La diferencia: la inversión indstitucional.
Mastercard, Bank of New York Mellon y otras compañías decidieron facilitar las transacciones de sus clientes en criptomonedas. Además, grandes fondos han invertido en divisas digitales.
A esa ola se sumó la empresa de pagos electrónicos PayPal al anunciar en marzo un nuevo servicio que le permitiría a los clientes comprar productos de millones de vendedores en el mundo utilizando criptomonedas como bitcoin, litecoin, ethereum o bitcoin cash.