A medida que el bitcoin intenta su último repunte de precios después de una caída de 40 por ciento en tres días, su potencial a largo plazo como activo invertible se está vinculando inextricablemente a su costo para el resto de la sociedad.
Esto está aumentando la presión sobre los responsables de crear las políticas para que hagan más al respecto. El lunes, Lael Brainard de la Reserva Federal de Estados Unidos hizo una alusión a esto, cuando advirtió que una proliferación de sistemas de pago alternativos podría conducir a la fragmentación y al aumento de los costos para los hogares y las empresas, lo que sugiere que es necesario expandir el “perímetro” regulatorio de las criptomonedas.
Sin embargo, la “suciedad” del bitcoin aún es la preocupación principal. La huella de carbono causada por la alta demanda de energía de los mineros ahora es inseparable de la forma en que los políticos, los inversionistas e incluso los fieles que se pusieron ojos de láser en sus perfiles ven la criptografía.
Durante la noche del lunes hubo buenas noticias para los alcistas criptográficos debido a otro tuit de Elon Musk, el multimillonario de Tesla que ha estado vacilante respecto del impacto ambiental del bitcoin. Musk dijo que las empresas de criptominería de Norteamérica le habían prometido una mayor transparencia en su combinación energética, un indicio “potencialmente prometedor” de días más ecológicos por delante.
Este debate es fundamental. Los ciudadanos necesitan conocer el impacto social más amplio de los recursos informáticos utilizados para extraer nuevos bitcoines y ejecutar transacciones. Los requerimientos de electricidad de la criptomoneda han superado la demanda de países enteros.
Se estima que a principios de 2018 se habían invertido 5 mil millones de dólares en costos para la minería, según un informe del Instituto Alemán de Investigación Económica, pero esta cifra no incluía todos los costos pagados por la sociedad, en particular por los estadounidenses que conforman el más del 80 por ciento de la población que no posee criptomonedas.
Este debate es fundamental. Los ciudadanos necesitan conocer el impacto social más amplio de los recursos informáticos utilizados para extraer nuevos bitcoines y ejecutar transacciones. Los requerimientos de electricidad de la criptomoneda han superado la demanda de países enteros.
Se estima que a principios de 2018 se habían invertido 5 mil millones de dólares en costos para la minería, según un informe del Instituto Alemán de Investigación Económica, pero esta cifra no incluía todos los costos pagados por la sociedad, en particular por los estadounidenses que conforman el más del 80 por ciento de la población que no posee criptomonedas.